2.2 Fichas

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Una respuesta a 2.2 Fichas

  1. Gracias. Esta y las demás fichas que están elaborando ustedes para la base de datos, más adelante estarán disponibles para todos.

    Santander, Pedro. 5/31/2011 Redes sociales: donde opera el poder, opera la resistenciaSantiago (Chile) elmostrador.blogs&opinion» http://www.elmostrador.cl/opinion/2011/05/31/redes-sociales-donde-opera-el-poder-opera-la-resistencia/
    «En este documento se expresa como desde hace cientos de años en la humanidad se desarrolla una lucha por el control de la comunicación social. Diferentes actores compiten en distintos momentos y usando diversos medios por emitir discursos y ojalá a gran escala, para que sus planteamientos sean escuchados y atendidos por la mayor cantidad posible de personas. Poseer la capacidad de poner en circulación de manera masiva la palabra es un recurso por el cual se lucha y un ámbito al cual se ha trasladado de manera cada vez más notoria la pugna política que diversos actores protagonizan. Por cientos de años, menciona el autor, fue la Iglesia quien poseyó el monopolio de la comunicación social en Occidente. En ese sentido, la comunicación masiva no es sólo un fenómeno moderno. Durante la Edad Media la Iglesia ejerció un control estricto y centralizado sobre la producción y circulación de todo tipo de contenido simbólico. Para comprender el sorprendente ascenso del Papado como nuevo centro de poder en Occidente hay que considerar también su influencia sobre los “procesos institucionales de producción ideológica que crearon una base para su ejercicio del poder”. En ese contexto la Iglesia establece canales de comunicación jerarquizados y muy eficientes en diversos ámbitos: los monasterios controlaban la producción de libros, se establece el latín como lengua oficial y de la misa, se domina la transmisión de conocimiento mediante la educación formal y para la masificación y circulación de los discursos menos formales se cuenta con el púlpito y la misa. Estas dos tribunas actúan como verdaderos medios de comunicación desde los cuales se predica y proclaman puntos de vista a una audiencia masiva que concurre regularmente a dicho lugar de encuentro comunicacional. Twitter y Facebook no son, por supuesto, la explicación del malestar ni lo que hace posible las condiciones objetivas de la inconformidad, pero sí el síntoma que permite canalizar y coordinar las expresiones subjetivas de dicho malestar. Pero con el paso del tiempo las estructuras de poder también cambian y sufren alteraciones. La producción de libros comenzó a pasar desde los monasterios a las universidades, el latín fue reemplazado por el francés y luego el inglés, a la educación religiosa le salió al camino la laica. Y a la red de comunicación que la Iglesia por cientos de años había construido eficazmente, le salen al camino los modernos medios de comunicación. En ese entonces la actividad de los medios es una actividad disruptiva, anti-establishment, reformadora. Son, de hecho, mirados con desdén y hasta cierto desprecio por los grupos de poder (la aristocracia, la elite ilustrada y la propia Iglesia, por ejemplo). No obstante, con el aumento de las cifras de tiraje de los periódicos a fines del siglo 19 y principios del 20, la percepción cambia radicalmente y el sistema político no sólo comienza a preocuparse e interesarse por los medios, también los quiere controlar y –ojalá- poseer. Pero como Foucault enseña, donde opera el poder, opera la resistencia. Y hoy vemos que no obstante los procedimientos de monopolización y de clausuras discursivas que se efectúan a través de los medios de comunicación tradicionales, que a pesar de que los grupos de poder se tomaron la palabra, surgen las resistencias populares por abrir canales de comunicación que logren evadir eso y que se opongan a dicho control centralizado. Ya sea en España, en Egipto, México o en Chile, actualmente las redes sociales están cumpliendo con ese papel disruptivo. Twitter y Facebook no son, por supuesto, la explicación del malestar ni lo que hace posible las condiciones objetivas de la inconformidad, pero sí el síntoma que permite canalizar y coordinar las expresiones subjetivas de dicho malestar. Así las redes sociales han pasado de ser sitios que permiten articular comunidades en torno al ocio, la entretención e información, a sitios que también permiten articular descontento en una sociedad civil que fue intencionadamente atomizada y agujerear el muro del silencio que el ruido despolitizado de los medios tradicionales ha estado levantando. Comunicación, control social, poder, resistencia, redes sociales.

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